Quería una despedida de soltera de esas que no se olvidan. Y las atracciones de Las Vegas sonaban por demás de tentadoras.

Pero no por lo que crees.

Lo que yo quería era compartir un fin de semana XL con las mujeres más hermosas que haya conocido: mis amigas de toda la vida. Y para pasarla como había imaginado no se me ocurrió un plan mejor que viajar a Las Vegas.

Queríamos recorrerla hacía años. Pero nuestras agendas nunca llegaban a acomodarse. Pero esta ocasión ameritaba que nos pusiéramos de acuerdo.

Uno se casa una sola vez en la vida o, al menos, eso es lo que espera.

Teníamos que decidir qué ver entre una lista enorme de lugares turísticos en Las Vegas y disponíamos de muy poco tiempo para organizar la “escapada”.

Entonces llamé a Patricia, mi hermana pequeña, viajera incansable que todo lo sabe y que, con apenas una conversación, captó la esencia del viaje que anhelaba y nos propuso paquetes a Las Vegas con opciones tan a nuestra medida que no dudamos en poner esta aventura en sus manos.

El solo pensar en las luces de neón y en que, por fin, podíamos viajar a Las Vegas nos provocaba tanta emoción que, durante el vuelo de ida, ninguna pegó un ojo.

Las Vegas nos da la bienvenida

Llegamos a nuestro hotel cuando asomaban los primeros rayos de sol en pleno centro de Las Vegas Strip.

Reservamos una habitación para todas que nos permitiría compartir las 24 horas y no perder un solo segundo recorriendo los pasillos del hotel.

Era tal cual habíamos acordado. Elegante, exquisito. Pero lo mejor fue encontrarnos con esa vista. El valle y la cordillera, tan lejos, pero cerca. La sola imagen me trae el recuerdo más vívido del aire desértico y volvería al avión para pasar allí una semana más.

Sabíamos que el cansancio podría arruinar cualquier iniciativa extravagante. Entonces optamos por quedarnos en el predio donde nos alojamos.

Disfrutamos de la piscina y del club diurno, donde no paramos de bailar ni un segundo, con esa música que te llena de energía…

Confieso que podría haberme dormido antes del atardecer, pero los tragos y los platos que tanto habíamos deseado conocer se merecían el desvelo.

Los cócteles de gambas en Las Vegas son lo que te cuentan. Créeles a quienes te lo hayan dicho.

Pero no les creas todo.

Porque deben haberte repetido más de cien veces que cuando se trata de casinos solo “la casa gana” y nosotras, aunque no somos expertas en juegos de azar, hemos ganado más de lo que esperábamos y, además, nos llevamos el recuerdo de una de las mejores noches desde la Uni.